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UN 15 DE AGOSTO EN LA NUEVA GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN

La alegría era notoria, habíamos regresado desvelados pero con el corazón lleno de regocijo tras escuchar aquella bella serenata dedicada a la Madre del Cielo.

Sin embargo, eso no fue impedimento para despertarnos llenos de emoción y volver a las 5 de la mañana a aquel templo en la zona 2 de la ciudad, donde habíamos visto que recién comenzaban una alfombra para que Nuestra Madre hiciera su paso en su tradicional procesión.

Cuando llegamos, aquella alfombra lucía casi lista, mientras que en el interior del templo, ya estaba el anda preparada, Nuestra Virgencita, luciendo la mejor de sus galas y el lugar abarrotado de todos los fieles que nos disponíamos a escuchar la sagrada Eucaristía.

Mis ojos no dejaban de admirar la belleza de aquella imagen que nos recuerda que María fue llevada al Cielo en cuerpo y alma.

Concluyó la misa, aquellos que llegaron tarde han tenido que esperar en el atrio, los demás solo hicimos el espacio, los incensaristas han llegado, las volutas se elevaron al cielo.

El padre, daba aquel mensaje lleno de amor, mientras que el turno de honor salida ya se colocaba en sus brazos.

Todo estaba lista, los timbales sonaron, las notas de Pues Concebida, resonaban en el interior del templo de la Asunción. Vi como algunas lagrimas rodaron, otros rezaban y otros atónitos solo se fijaban en la imagen de la dulce Madre.

Al sonido de La Granadera, la cohetería comenzaba a sonar, las bombas anunciaban que la Virgen de la Asunción impartía sus bendiciones al pueblo Guatemalteco, a este pueblo que la declaro patrona de su capital.

El día estaba soleado, normalmente suele ser así, pero la tradición siempre nos ha indicado que debemos llevar el paraguas con nosotros.

Recorrimos con ella las primeras calles de la zona 2, hasta llegar al parque Jocotenango, ahí ese punto tradicional donde la alfombra de frutas y verduras es un manjar para muchos y admiración para otros.

Decidimos que la acompañaríamos luego y confiando en que no había mucha gente, fuimos con la familia a “papalotear” a la feria un momento, desayunamos un buen vaso de atol y un chuchito. Después nos enfilamos por la Simeón Cañas y la Sexta avenida hasta el parque central, ahí esperamos que la Virgen llegará a Catedral para su misa Mayor.

La caminata fue extenuante, el cansancio quería hacerse presente pero decidimos seguir. Entramos a la catedral y escuchamos la segunda misa del día. Al finalizar, salimos acompañando a la madre, pero algo había cambiado.

El sol ya no se veía tan radiante, solo le dije a mi Madre, viste que teníamos que traernos los paraguas, con una sonrisa solo seguimos caminando.

Era el medio día, decidimos ir a comer, aunque mi turno estaba cerca, calculamos que llegaríamos a tiempo, pues el estomago ya reclamaba alimentos.

Terminamos, pero la Virgen había avanzado bastantes, las bandas escolares que le acompañaban ya se miraban enfilarse por la séptima avenida, me preocupe, pero la ansiedad crecio mas, cuando aquel cielo azul se transformó en gris, los primeros goterones se hicieron presente.

En un abrir y cerrar de ojos la lluvia empezó, es tan tradicional que muchos de nuestros padres aseguran que no es 15 de agosto si no llueve en la tarde.

Aún bajo la lluvia corrí a mi turno, que afortunadamente se retraso, pues de lo contrario seguramente lo perdía. Aquel chubasco tradicional concluyó, pero la amenazante lluvia no dejaba que el plástico protector se le retirara a la imagen.

Enfilamos a la Séptima Avenida, el peso amoroso del anda iba sobre hombro, el sonido de aquel vals me hizo agradecerle a nuestra Madre, toda su intercesión y pedir por mi familia.

Se que ella desde lo alto escucha mis plegarias y se que no me va a desamparar, como se que nos escucha a todos y nos protege siempre.

Mi turno terminó, la familia esperaba ya en la esquina de la Calle Martí, sabíamos que entrar al templo era imposible, por lo que solo nos ubicamos en un punto para ver ingrear a la madre.

Sobre la avenida colocaron los morteros y las bombas comenzaron a sonar, La Virgen de la Asunción, la Patrona volvía a casa después de recorrer “El Centro”, y nosotros contentos poníamos nuestra vida a sus pies y agradecimos a Dios por la oportunidad de vivir en familia otro 15 de agosto.

Una vez dentro, solo pedimos al Creador, la oportunidad de vivir un año más para llegar a otro día de la Virgen de la Asunción.

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