La Primera de Antigua

Por: Sergio Osegueda

Las calles empedradas empiezan a vestirse de morado penitente, los capirotes se ven caminar y perderse entre los turistas que todos los fines de semana abarrotan la Ciudad de las Rosas, y es que este no es un fin de semana cualquiera, es el primer fin de semana de cuaresma.

Los cucuruchos revestidos con su túnica morada van con emoción caminando al sur de la ciudad, pues hay que pasar más allá del calvario.

Todos son guiados por las alfombras que llegan hasta la puerta del templo de Santa Catalina Bobadilla, que este primer domingo de cuaresma se ha vestido de gala, para recibir a los cientos de fieles devotos que por un año más llevaran sobre sus hombros al protector Jurado de la Antigua Guatemala.

En punto de las 11 de la mañana, la Consagrada imagen de Jesús de la Salvación hacia su egreso del templo con el mensaje El Señor es mí Pastor. 50 devotos cargadores iniciaron así el mensaje evangelizador a través de las andas por toda la Antigua Guatemala.

Seguidamente, son las imágenes de San Juan y Santa María Magdalena que le siguen el paso, cargadas por los sayones característicos de Antigua, y en la parte posterior del Cortejo el anda que porta a la venerada imagen de María Santísima de Dolores que como cada primer domingo le acompaña en su recorrido.

Alrededor de la 12:30 del medio día el nazareno ingresaba a la ciudad colonial para recorrer calles y avenidas y así recordar a las 5 de la tarde en su paso frente a San Jose Catedral aquel momento sublime de su consagración.

Al caer la tarde y llegar la noche, el nazareno emprende su viaje de regreso a su aldea, pasando por el Calvario Antigüeño, para así llegar a su hogar al sur de al ciudad.

Custodiado por el escuadrón de romanos que le ha acompañado todo el recorrido, el nazareno entra a la pequeña plazoleta del lugar, y a los acordes de Jesús Nazareno de Santa Catalina Tu Eres Mi Salvación, el Nazareno se despide de sus devotos haciendo su ingreso al templo.

Mientras que las andarías de la Virgen de Dolores, son llevadas al interior del templo bajo los acordes del Llanto de la Virgen de Brigido Porras, culminando así un primer domingo de cuaresma lleno de bendiciones para toda la ciudad colonial.